lunes, 25 de abril de 2016

La ciudadanía hoy

La ciudadanía exige ser repensada, (Cullen, 2007:19)   
“todos somos ciudadanos por el hecho mismo de vivir y que la defensa de la vida de todos y cada uno es ciudadanía. Hay que trabajar en el cuidado de sí y dotar de creatividad a la ciudadanía. El cuidado de si es la resistencia al disciplinamiento de la singularidad que se configura, sobre todo, en la relación del saber con el poder” (Cullen, 2007:35).

En definitiva “ciudadanía protagónica”,  basada en el ejercicio solidario del poder, la ética, y la sensibilidad frente a lo social, “ciudadanos cuestionadores, críticos y propositivos, capaces de demandar  del Estado.” Larrea (2008)    ¿Cómo intervenir en la formación docente para que quienes tendrán  a su cargo la educación de los más pequeños estén condiciones de propiciar prácticas docentes emancipadoras que den lugar a la vivencias ciudadanas?  Malaguzzi (2001: 82) sostiene que son “temores  legítimos e inevitables para realizar un oficio que no puede permitirse el lujo de pensar en pequeñito y olvidar que la primera elección que tenemos que hacer es la de rechazar una escuela que habla y actúa solo por encargo, renunciando a su función crítica y transformadora”. Mayor gravedad al cuando advertir que en  la actualidad  “el encargo” tiene que ver con la adhesión a políticas neoliberales (Cristobo, M. 2009). Slaugther y Leslie (1997), citadas por Eduardo Ibarra Colado,  acuñan el término “capitalismo académico”  para referirse a  la utilización, por parte de las universidades, de sus recursos humanos como modo de obtener ingresos; hoy debemos ampliar la mirada respecto al lugar que ocupa en la reproducción  de la políticas neoliberales.

miércoles, 20 de abril de 2016

Meditación y su incidencia en el cerebro

Neurocientífica de Harvard demuestra que la meditación reduce el estrés y altera físicamente el cerebro


Que la meditación trae paz y armonía, es algo indudable, y sólo aquellos que la experimentan puedes decir. Pero la ciencia está dando unos pasos, el llamado “puente entre la ciencia y la espiritualidad”, confirmando algo que fue desacreditado anteriormente por muchos, por no ser palpable.
Sara Lazar, una neurocientífica del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard, fue una de las primeras científicas en aceptar las afirmaciones subjetivas acerca de los beneficios de la meditación y la atención, poniéndola a prueba con el uso de escáneres de TC, como cuenta en el Washington Post.

Lo que encontró la sorprendió. La meditación puede literalmente cambiar su cerebro.
Yo y un amigo estábamos entrenando para la maratón de Boston. Tuve algunas lesiones por esfuerzo y busqué un fisioterapeuta, quien me dijo que dejara de correr y solo hiciera estiramientos. Así que empecé a practicar el yoga como una forma de terapia física. Me di cuenta de que era muy poderoso, que tenía beneficios reales, así que estaba interesada en saber cómo funcionaba“, dice Sara Lazar.
Sara añade: El maestro de yoga utiliza varios argumentos, diciendo que el yoga incrementa la compasión y abre el corazón. Y yo pensé: “ok, ok, ok, estoy aquí para estirarr.” Pero empecé a darme cuenta de que estaba más tranquila. Yo era capaz de manejar las situaciones más difíciles. Yo estaba más compasiva y con el corazón más abierto, y era capaz de ver las cosas desde el punto de vista de los demás.
Pensé, tal vez era sólo una respuesta de efecto placebo. Pero entonces hice una búsqueda en la bibliografía de la ciencia, y vi evidencias de que la meditación se asoció con una disminución del estrés, la depresión, la ansiedad, el dolor y el insomnio, y una mayor calidad de vida.
Para entonces, yo estaba haciendo mi doctorado en biología molecular. Así que decidí cambiar de forma y empecé a hacer esta investigación como pos-doctoral.
Ya está demostrado que nuestra corteza se encoge con la edad, se vuelve más difícil de entender las cosas y recordar cosas. Pero la misma región del córtex prefrontal, los meditadores con 50 años de edad tenían la misma cantidad de materia gris que las personas de 25 años.

Así que la primera pregunta era, bueno, tal vez las personas con más materia gris en el estudio ya tenían más grises antes de que empezaran a meditar. Lo mismo hice un segundo estudio, en el que el cambio fue probado.
Sara Lazar dice que los estudios comienzan a mostrar cambios en el cerebro después de ocho semanas de meditación. El estudio incluyó a los participantes que practicaban un promedio de 27 minutos de meditación al día, también se logran excelentes resultados en la concentración y disminución del estrés.
http://despiertavivimosenunamentira.com/cientifica-explica-como-la-meditacion-cambia-el-cerebro/
La atención plena es similar a un ejercicio. Es una forma de ejercicio mental, de hecho. Y al igual que el ejercicio mejora la salud, nos ayuda a manejar mejor el estrés y promover la longevidad, la meditación tiene como objetivo compartir algunos de estos mismos beneficios“.
Ella explica, además, que se han adherido a la práctica de la meditación durante 20 años, y tuvo una profunda influencia en su vida, como ayudar a pensar con más claridad.
Parece más bien que es beneficioso para la mayoría de la gente. Lo más importante, si quieres meditar, es encontrar un buen maestro. Debido a que es simple, pero también es complejo. Es necesario comprender lo que está pasando en tu mente. Un buen maestro no tiene precio“.

"La dependencia del libro de texto" del blog de Nacho Rivas




Una hora de entrevista con el periodista dio para este titular que ha despertado controversia, como no podía ser menos: La dependencia del libro de texto sigue siendo uno de los grandes males de la educación. Seguramente a lo largo de la entrevista hablamos de otros muchos males; algunos aparecen en esta entrevista que Juanma Rodríguez, del Diario Sur de Málaga, tuvo a bien hacerme hace unos días, y que salió publicado en Internet el pasado 11 de abril. En formato papel había aparecido unos días antes, pero sin duda el impacto ya no es el mismo.
Es significativo que esta sea la síntesis, ya que da idea hasta donde está arraigado en nuestra cultura escolar el uso del libro de texto como una referencia para el estudio y, si puede ser, de paso el aprendizaje. Se ha convertido en una herramienta casi que única e imprescindible, sin la que los maestros y maestros parecerían desprovistos de sus utensilios de trabajo. En realidad es la revés, el uso del libro de texto como exclusivo y referente principal de la tarea de casa es uno de los factores de desprofesionalización más importante de nuestro sistema educativo. El libro de texto, proletariza al docente (en el uso negativo del término) ya que le hace perder el control de los medios y de los fines de su trabajo. Lo cual equivale a que su tarea se reduce a una mera administración de algo ajeno a él mismo. La comunidad educativa debería reflexionar sobre esto, y a ello invito en esta entrevista.
96546817
Uno de los comentarios más utilizados por sus detractores es el negocio que representa para las editoriales. En mi ánimo no está quitar el salario a un trabajador quitándole productos del mercado, pero sí pediría un esfuerzo de imaginación a los que diseñan materiales educativos para pensar otros formatos. Recursos más diversos, abrir ventanas al conocimiento del mundo a través buenos materiales audiovisuales o digitales (incluso en papel), diseñar materiales al servicio del docente y no que pongan al docente a su servicio... Creo que son alternativas que deberían considerar. Los docentes deben recuperar la iniciativa y tomar el control de su actividad profesional. Lo cual no significa acordar las tareas del libro que tocan cada día, o ver que actividades extraescolares se pueden diseñar para cada trimestre. Y creo que están preparados para ello, pero en buena parte, han renunciado para poder cumplir con la losa administrativa, entre otras razones. Pero este es tema para otro debate.
Por otro lado, es diseño actual de los libros de texto resulta atractivo, ya que cuenta con buenos diseñadores que manejan bien las técnicas de edición; faltaría más. Pero también es verdad que han reducido el conocimiento a síntesis hechas que simplifican el sentido y el significado de su valor. Estable lo que hay que estudiar (unos pocos párrafos o definiciones), define una secuencia de actividades preestablecida que el alumnado tiene que seguir; añade información tipo anécdotas o pequeños relatos a los que cuesta encontrar significado... Es difícil para alumnado standard (por seguir la jerga oficial al uso) conseguir elaborar una visión de conjunto, relevante, capaz de ayudarle a dar sentido a su realidad. Mas bien se aprende a responde a los exámenes, también marcados en muchos caso, o a tareas mecanizadas.

Un alumnado que no investiga, que no indaga, que no siente curiosidad por lo que hace, ni se implica en ello, es un alumnado fracasado, aunque saque 10 en las evaluaciones. Un alumnado que no se pregunta por la vida, por la sociedad, por sus compañeros, por la naturaleza, es un alumnado ignorante, aunque obtenga el máximo en las pruebas estandarizadas. Un alumnado que no se siente feliz en la escuela es una vida en riesgo.

lunes, 18 de abril de 2016

Tomado del Blog de Nacho Rivas

El investigador de la UMA Nacho Rivas analizó cómo la forma de construir la realidad a través del discurso colectivo afecta al ámbito escolar

La quinta cita de esta nueva edición de las tertulias Beer for Science estuvo dedicada a las narrativas en el entorno de la escuela. El profesor Nacho Rivas, del Departamento de Didáctica y Organización Escolar, explicó cómo los relatos que contamos para construir la realidad afectan a todos los ámbitos de la vida. El experto destacó la importancia de la investigación narrativa como forma de conocimiento que interpreta la realidad desde la óptica de la identidad. Este enfoque permite representar dimensiones relevantes de la experiencia (como sentimientos, propósitos o deseos) para configurar la construcción social de la realidad.
Las historias son importantes porque vivimos a través de ellas, tanto de las personales como de las institucionales. Como analizó el investigador, “el sujeto, aunque haga su propio relato, se construye grupalmente a través de la experiencia, que está ligada a las tradiciones ideológicas, académicas, sociales, políticas…” En este sentido, explicó que “en todo contexto existe un relato hegemónico imperante, y deconstruir este relato resulta imprescindible para comprender la realidad y poder dar forma a un discurso diferente que tenga capacidad de transformación. La narración de lo vivido nos vincula con los otros y con la acción”.
El experto puso el foco en la escuela, institución en la que pasamos gran parte de nuestra vida, como parte afectada de esos relatos imperantes. Rivas afirmó que es necesaria la existencia de voces críticas que trabajen en discursos alternativos mediante un proceso democrático y colaborativo. Los asistentes, la mayor parte de ellos involucrados en el ámbito educativo, pudieron intervenir en el debate para aportar sus vivencias en la escuela y resolver sus dudas de la mano del investigador.
A lo largo de la tertulia, el profesor hizo hincapié en la importancia de la subjetividad a la hora de analizar cualquier discurso. Para ello analizó diferentes relatos de profesores y alumnos sobre sus vivencias en la enseñanza y el aprendizaje. De manera dinámica, el público trató de interpretarlos bajo su propia experiencia, poniendo de manifiesto la subjetividad con la que lo hacían y enriqueciendo de esta forma el análisis.
Las tertulias Beer for Science, iniciativa del Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica desde el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia, tratan de acercar la ciencia a todos los públicos mediante charlas con los expertos en un contexto distendido y ameno. El programa, que recibe además el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, cuenta aún con dos citas más presentadas por expertos de diferentes áreas del conocimiento en el ámbito de la Universidad de Málaga. Se trata de una magnífica oportunidad para acercarse a la ciencia fuera del laboratorio de la mano de quienes trabajan en ella a diario."

Freire

Spinetta y la vida


https://www.facebook.com/1019095008112823/videos/1116973488324974/

Gardner: la profesión y ser ECE

Panorama




Howard Gardner es un prominente neurocientífico estadounidense, psicólogo, profesor de Harvard y autor de la teoría de las inteligencias múltiples. ha recibido innumerables reconocimientos por su trabajo entre ellos el Premio Príncipe de Asturias. Lo entrevistó el diario La Vanguardia de España sobre sus teorías y sus concluyentes planteamientos invitan a la reflexión
“Aprender es el único antídoto contra la vejez y yo lo tomo cada día en Harvard con mis alumnos. Es tonto clasificar a los humanos en listos y tontos, porque cada uno de nosotros es único e inclasificable”, sostiene.

¿Por qué cuestiona que la inteligencia es lo que miden los tests?

Porque yo soy un científico y hago experimentos y, cuando mido la inteligencia de las personas, descubro que algunas son muy buenas solucionando problemas pero malas explicándolos. Y a otras les pasa lo contrario.

¿Y si hay personas diversas es porque también tiene que haber diversos talentos?

Por eso he dedicado 400 páginas a describir siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal.

¿Y por qué no muchas más: la culinaria o la mística o la teatral o la ecológica?

Porque no cumplen los requisitos que sí cumplen esas. Y espero acabar demostrando que además hay una inteligencia naturalista, otra pedagógica y otra existencial para plantearnos preguntas trascendentes. Pero no más.

Hoy los colegios ya plantean sus programas según esas inteligencias múltiples.

Y yo no me dirigía a los pedagogos, pero fueron ellos los primeros que adoptaron mis teorías.

Tipos de inteligencia
Hay siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal.

¿Por qué?

Porque comprobaban cada día en las aulas que las categorías de tonto o listo no cubren la diversidad del talento humano. Y, por tanto, que los tests de inteligencia no miden realmente nuestras capacidades, sino sólo la de resolverlos.

Su teoría, además, era cómoda para consolar a niños con malas notas y a sus papás.

Se abusó de ella al principio porque no se comprendió bien. En Australia, la administración la manipuló para explicar que había grupos étnicos que tenían inteligencias diferentes de otros.

¡Qué peligro!

En ese punto, empecé también a preguntarme por la ética de la inteligencia y por qué personas consideradas triunfadoras y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para ellas mismas.

Esa ya es una pregunta filosófica.

Pero yo soy un científico e inicié un experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevisté a más de 1.200 individuos.

¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?

Descubrimos que no los hay. En realidad, las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.

A mí se me ocurren algunas excepciones...

Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre E CE: excelentes, comprometidos y éticos .

¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona?

No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia . Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética.

Para hacerte rico, a menudo estorba.

Pero sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.

Resulta tranquilizador saberlo.

Hoy no tanto, porque también hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito.

“Señor, hazme casto, pero no ahora”.

Como san Agustín, en efecto. Otra mirada estrecha lleva a estudiantes y profesionales comodones a ser lo que consideramos inerciales, es decir, a dejarse llevar por la inercia social e ir a la universidad, porque es lo que toca tras la secundaria; y a trabajar, porque es lo que toca tras la universidad..., pero sin darlo todo nunca.

Sin ilusión, la vida se queda en obligación.

Y otros son transaccional es: en clase cumplen lo mínimo y sólo estudian por el título; y después en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, pero sin interesarse de verdad limitan su interés y dedicación. Y son mediocres en todo.

¿No descubren algún día de su vida algo que les interese realmente?

Algunos no, y es uno de los motivos de las grandes crisis de la madurez, cuando se dan cuenta de que no hay una segunda juventud. Otra causa es la falta de estudios humanísticos: Filosofía, Literatura, Historia del Pensamiento...

¡Qué alegría! Alguien las cree necesarias...

Puedes vivir sin filosofía, pero peor. En un experimento con ingenieros del MIT descubrimos que quienes no habían estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50, eran más propensos a sufrir crisis y depresiones.

¿Por qué?

Porque las ingenierías y estudios tecnológicos acaban dándote una sensación de control sobre tu vida en el fondo irreal: sólo te concentras en lo que tiene solución y en las preguntas con respuesta. Y durante años las hallas. Pero, cuando con la madurez descubres que en realidad es imposible controlarlo todo, te desorientas.

¿En qué país influyó más su teoría de las inteligencias múltiples?

En China editaron cientos de títulos sobre inteligencias, pero las entendieron a su modo: querían que su hijo único fuera el mejor en todas.

Pues no se trata exactamente de eso.


Cada sociedad y persona entiende lo que quiere entender. Cuanto mayor te haces, más difícil es adaptar tu vida a un descubrimiento y más fácil adaptar el descubrimiento a lo que ya creías que era la vida. Por eso, voy a clase a desaprender de mí y aprender de los jóvenes.http://www.panorama.com.ve/cienciaytecnologia/Cientifico-de-Harvard-Una-mala-persona-no-llega-nunca-a-ser-buen-profesional-20160412-0031.html    

viernes, 15 de abril de 2016

Philippe Meirieu

Philippe Meirieu: “Los niños han olvidado que aprender aporta placer y satisfacción”

Entrevista al escritor y pedagogo francés Philippe Meirieu: “La crisis educativa puede ser considerada como una oportunidad para que todo el mundo participe en la creación de un nuevo planteamiento educativo.”

Cristina Casaprima
 
 
Philippe Meirieu durante la entrevista. / Foto: Pablo Ramírez
Philippe Meirieu durante la entrevista. / Foto: Pablo Ramírez
Philippe Meirieu (Alès, Francia, 1949) es ante todo una eminencia, uno de los referentes de la educación más influyentes de la actualidad. Ha dedicado toda su vida a la enseñanza y al estudio de la pedagogía, desde que en 1985 empezara ejerciendo como profesor en la Universidad Lumière Lyon 2 hasta ser nombrado asesor educativo del gobierno de François Mitterrand, pasando por la dirección del prestigioso Instituto Nacional de Investigación Pedagógica. Su paso por el 50 aniversario de la Escuela de Verano de Rosa Sensat nos permite abordar lo que él identifica como una crisis educativa y los mecanismos necesarios para replantear el modelo actual desde los valores democráticos.
¿Estamos en un momento de crisis educativa y consecuentemente escolar?
Sí, nos encontramos ante una crisis educativa, y esta está unida de alguna manera a los grandes modelos y sistemas que se impusieron en las sociedades occidentales en el pasado. En ellos, a través de la tiranía o de la teocracia se imponía qué debían aprender los niños durante sus períodos escolares. Por ejemplo, en los años 50 en la Unión Soviética no vivían crisis educativas porque el partido único que gobernaba en ese momento era el que decidía qué se debía estudiar. No había ningún tipo de debate.
En cambio ahora, en democracia, el bien común se debe construir. Todo el mundo debe tener derecho a decidir y a participar en el planteamiento educativo. De esta manera, la crisis educativa puede ser considerada como una oportunidad, como una ventaja.
Según el informe Eurostat publicado este año 2015, España tiene la mayor tasa de abandono escolar prematuro en Europa. Un 21,9% de los jóvenes españoles entre 18 y 24 años han decidido abandonar los estudios en 2014. ¿La juventud ha perdido el interés en el saber?
La pregunta tiene una respuesta compleja. Inicialmente podemos explicar lo que está pasando a través de un fenómeno sociológico y antropológico. Según la tradición occidental, hasta los años 50 los hombres sufrían a través del cuerpo, y creían que para alimentar el espíritu era necesario impregnarse de arte, de cultura… En cambio, ahora las sociedades se basan en el bienestar del cuerpo. La interpretación que se da es que solo el cuerpo genera bienestar y el espíritu provoca sufrimiento.
¿La pedagogía tiene parte de responsabilidad?
Sí. En la actualidad no se enseña a los niños que aprender aporta placer y satisfacción. Por este motivo es necesario que los adultos demuestren que el saber comporta placer.
También la escuela selectiva es generadora de este fracaso. La frustración reiterada de los alumnos provoca el abandono de los estudios. Hasta ahora, los gobiernos de las sociedades occidentales no han puesto ni medios económicos ni humanos para ayudar a los jóvenes con dificultades, que son los que están en mayor riesgo de dejar los estudios.
¿La imposición de unas normas y la autoridad han tenido algo que ver en esta pérdida de interés?
Hay que tener claro que el niño para crecer necesita límites y un entorno estable. Creo que, tal y como afirma la filosofía, no hay que decir ni un sí ni un no inmediatamente, sino dar un tiempo para reflexionar. Si se dice sí rápidamente, es una respuesta al capricho; si se dice no, puede suceder lo mismo. Por eso es necesario que los adultos demuestren que para tomar una decisión se necesita un tiempo para pensar, un espacio de reflexión. Explicar a los niños y niñas que las decisiones no son arbitrarias sino que tienen un motivo detrás, es importante para que aprendan a reflexionar sobre sus acciones.
¿Los deberes en casa pueden dificultar la motivación por aprender?
Depende, hay que tener en cuenta distintos aspectos. Por un lado, creo que la escuela no debe pedir algo para hacer en casa que no se haya aprendido previamente en clase. Además, en algunos casos los deberes pueden ser una fuente de desigualdad, porque no todos los niños pueden tener un adulto al lado que les enseñe a realizarlos. En cambio, en el caso de los estudios secundarios y universitarios es importante que el alumno aprenda a trabajar individualmente en casa.
¿Las nuevas tecnologías están impidiendo que los niños y jóvenes se desarrollen y crezcan teniendo en cuenta la presencia del otro?
No hay que demonizarlas. Las nuevas tecnologías son útiles pero se debe aprender a utilizarlas para que no sean una fuente de acoso ni afecten al día a día. El problema al que nos enfrentamos en las redes es que la no presencia del otro impide ver la humillación y el sufrimiento de la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla. El acosador no tiene miedo ni remordimiento por sus acciones.
En el caso de los videojuegos, el niño asume que puede matar y que sus acciones no tendrán consecuencias porque el jugador revivirá en la siguiente partida. En muchas ocasiones en las que la adicción al juego o a las redes sociales es muy grande, los chicos tienen dificultades para volver a establecer relaciones personales en el mundo real. Para hacerlo, necesitan ingerir importantes cantidades de otras sustancias adictivas, como el alcohol o las drogas, para perder la vergüenza antes de una reunión social.
¿Cómo puede afectar esta adicción en clase?
En las aulas podemos encontrarnos ante lo que yo llamo un «niño bólido». Un chico incapaz de concentrarse, guiado por impulsos y por la inmediatez de cada momento. No existe reflexión en sus actos, vive en un estado de «subatención» constante en clase. Por eso es importante que los adultos estén presentes para evitar que las nuevas tecnologías se conviertan en un problema para los niños y jóvenes.
¿Cuáles deben ser los objetivos de la educación democrática? ¿Qué tipo de trabajo pedagógico debe llevarse a cabo?
En primer lugar, la educación democrática debe ser accesible, formar en la práctica de la democracia y promover el derecho a las escuelas. En todos los países occidentales se ha demostrado que desde el año 2000 ha habido una regresión en la promoción social, es decir, los chicos de clases más bajas no han podido acceder a ella.
Hay que formar a los jóvenes para que aprendan a dialogar y a trabajar democráticamente. La escuela debe dejar de estar basada en la pasividad y actuar activamente para promover el debate, y enseñar a los alumnos a reflexionar antes de hablar.
Philippe Meirieu durante su conferencia del pasado miércoles. / Foto: Pablo Ramírez
Philippe Meirieu durante su conferencia del pasado miércoles. / Foto: Pablo Ramírez

Los deberes escolares ¿Es posible eliminarlos?


Cuatro centros que utilizan metodologías educativas alternativas a la tradicional han erradicado (o nunca tuvieron) las tareas en casa.
Hubo un tiempo, no tan lejano, y desde luego mucho menos moderno, en el que los deberes escolares estaban prácticamente prohibidos. Por ley. El 18 de octubre de 1973 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba una resolución del Ministerio de Educación y Ciencia que establecía en su primer punto que “los programas de los centros serán elaborados de forma que eviten como norma general el recargo de actividad de los alumnos con tareas suplementarias”.
Consideraba el ministerio que “la extensión y naturaleza de estas actividades no han sido, ni son, las más adecuadas para la correcta formación de los educandos”. Aquel principio se abandonó con las nuevas leyes educativas y hoy en día los deberes son un elemento más del sistema educativo prácticamente desde la etapa de infantil. Se asumían como necesarios, casi nadie se cuestionaba su utilidad y/o conveniencia.
En los últimos tiempos se ha reabierto el debate. Las familias agrupadas en Ceapa, la confederación estatal laica de Ampas, no los quieren. Han pedido que se retiren por sistema para las edades más tempranas porque, afirman, generan desigualdad, consumen las horas libres de los menores, crean conflictos familiares… No son los únicos. Hay profesores que también prefieren no ponerlos, y colegios enteros que están mudando hacia una metodología que excluye las tareas en el hogar por sistema o al menos cambia mucho cómo se enfocan.
Prohibido hacer deberes
Uno de los casos más extremos es el del CEIP Aguamansa, un centro público canario que incluyó en su proyecto educativo -la guía que marca el trabajo y objetivos de un colegio- que no se pondrían deberes a los alumnos. Ninguno. “Los niños ya pasan suficientes horas en el colegio para ir a casa y no poder dedicar tiempo a oras actividades importantes”, explica al otro lado del teléfono Cristina Albelo, su directora. Esta docente cree que el problema es que “el currículum es tan grande, tan amplio, que no da tiempo a darlo en clase”.
Para esquivar este escollo, en el madrileño colegio Manuel Nuñez de Arenas decidieron cambiar toda la metodología del centro y abrazar el aprendizaje por proyectos, cambio que posibilitó (e implicó) obviar los deberes. “Los libros de texto son los que marcan los deberes”, empieza Isabel Vizcaíno, maestra en el centro. “Haces un tema en clase y los ejercicios que no da tiempo a completar se mandan para casa. Nosotros apostamos por eliminar los libros de texto y al no tenerlos no se mandan deberes”, explica. Al menos no al estilo tradicional. Alguna actividad puede caer, pero del tipo buscar una información en internet o hacer una manualidad.
Algo similar ocurre en la red de centros Amara Berri, en Euskadi. Estos colegios desarrollaron su propia metodología educativa trabajando a través de lo que denominan “contextos” (áreas de aprendizaje por las que los alumnos van pasando y trabajando en grupos), que solo contempla los deberes como último recurso en caso de necesidad concreta de algún alumno. “Los deberes sistemáticos generan más diferencias. Para quien vaya bien harán que avance más. Para quien vaya mal, seguramente sea una forma de hundirlo”, ilustra Marivi Gorosmendi, jefa de estudios. En Amara Berri, cuando ocasionalmente se pone alguna tarea, “se consensúa con la familia y se le explica qué rol deben jugar. No queremos que sea una carga para las familias”, añade. Las tareas en el hogar aparecen algunas cosas mecánicas, “pero con el objetivo de que vayan planificando de cara a la secundaria”.
Mejor tareas domésticas
Es básicamente lo mismo que sucede en el colegio Montessori Palau de Girona. Este centro, que sigue los dictados de la pedagoga y científica (y largo etc.) italiana Maria Montessori, prefiere que las familias se dediquen a “dar autonomía a sus hijos, no las tareas. Que les den tareas y responsabilidades en casa a los niños, que les traten como mayores”, explica Montse Julià, su directora. Habla de poner la mesa, ayudar en casa, poner lavadoras. Académicamente, “lo más importante es que acompañen a los niños en la lectura, que les encante leer”. Como en Amara Berri, los deberes quedan como algo excepcional para aquellos menores que puedan tener alguna dificultad.

Un elemento común en estos centros, obviamente cuatro entre muchos pero ejemplos de que otra aproximación a los deberes es posible, es que abandonaron la metodología tradicional para probar otras vías de enseñanza-aprendizaje. El trabajo por proyectos y teniendo en cuenta la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner en el Aguamansa, también los proyectos del Nuñez de Arenas, los contextos de Amara Berri o el sistema Montessori no utilizan los libros de texto como herramienta fundamental (si es que llegan a estar en el aula) de las clases y los currículums se afrontan desde otra perspectiva que las unidades didácticas.
Vizcaíno reflexiona al respecto. “Ha habido mucha presión Los profesores hemos tenido parte de culpa en todo esto. Pero las editoriales también han hecho mucho daño porque nos ofrecían muchas cosas, por ejemplo material informático, y nos comprometíamos a trabajar con ellos durante varios años. ¿Qué ha generado todo esto? Que al final se trabaja con libros, los padres los han comprado y exigen que se utilicen. Se ha hecho muy cómodo” para el profesor.
Albelo, de Aguamansa, señala directamente a la ley. “Pide a los niños que manipulen, observen, contrasten. Y luego ponen un currículum muy extenso, es incongruente, no hay tiempo. Necesitamos priorizar los temas”, defiende. Un ejemplo de lo que dicen Vizcaíno y Albelo: un alumno puede tener siete libros de texto con diez temas cada uno y 20 ejercicios por unidad. Es complicado que llegue a todo. “Y los padres no son responsables de esto”, señala la directora canaria. Como sostiene Julià y piensan muchos más, “si los deberes son tan importantes, ¿qué hacen los niños tantas horas en el colegio?”.


Cuatro centros que utilizan metodologías educativas alternativas a la tradicional han erradicado (o nunca tuvieron) las tareas en casa.
Hubo un tiempo, no tan lejano, y desde luego mucho menos moderno, en el que los deberes escolares estaban prácticamente prohibidos. Por ley. El 18 de octubre de 1973 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba una resolución del Ministerio de Educación y Ciencia que establecía en su primer punto que “los programas de los centros serán elaborados de forma que eviten como norma general el recargo de actividad de los alumnos con tareas suplementarias”.
Consideraba el ministerio que “la extensión y naturaleza de estas actividades no han sido, ni son, las más adecuadas para la correcta formación de los educandos”. Aquel principio se abandonó con las nuevas leyes educativas y hoy en día los deberes son un elemento más del sistema educativo prácticamente desde la etapa de infantil. Se asumían como necesarios, casi nadie se cuestionaba su utilidad y/o conveniencia.
En los últimos tiempos se ha reabierto el debate. Las familias agrupadas en Ceapa, la confederación estatal laica de Ampas, no los quieren. Han pedido que se retiren por sistema para las edades más tempranas porque, afirman, generan desigualdad, consumen las horas libres de los menores, crean conflictos familiares… No son los únicos. Hay profesores que también prefieren no ponerlos, y colegios enteros que están mudando hacia una metodología que excluye las tareas en el hogar por sistema o al menos cambia mucho cómo se enfocan.
Prohibido hacer deberes
Uno de los casos más extremos es el del CEIP Aguamansa, un centro público canario que incluyó en su proyecto educativo -la guía que marca el trabajo y objetivos de un colegio- que no se pondrían deberes a los alumnos. Ninguno. “Los niños ya pasan suficientes horas en el colegio para ir a casa y no poder dedicar tiempo a oras actividades importantes”, explica al otro lado del teléfono Cristina Albelo, su directora. Esta docente cree que el problema es que “el currículum es tan grande, tan amplio, que no da tiempo a darlo en clase”.
Para esquivar este escollo, en el madrileño colegio Manuel Nuñez de Arenas decidieron cambiar toda la metodología del centro y abrazar el aprendizaje por proyectos, cambio que posibilitó (e implicó) obviar los deberes. “Los libros de texto son los que marcan los deberes”, empieza Isabel Vizcaíno, maestra en el centro. “Haces un tema en clase y los ejercicios que no da tiempo a completar se mandan para casa. Nosotros apostamos por eliminar los libros de texto y al no tenerlos no se mandan deberes”, explica. Al menos no al estilo tradicional. Alguna actividad puede caer, pero del tipo buscar una información en internet o hacer una manualidad.
Algo similar ocurre en la red de centros Amara Berri, en Euskadi. Estos colegios desarrollaron su propia metodología educativa trabajando a través de lo que denominan “contextos” (áreas de aprendizaje por las que los alumnos van pasando y trabajando en grupos), que solo contempla los deberes como último recurso en caso de necesidad concreta de algún alumno. “Los deberes sistemáticos generan más diferencias. Para quien vaya bien harán que avance más. Para quien vaya mal, seguramente sea una forma de hundirlo”, ilustra Marivi Gorosmendi, jefa de estudios. En Amara Berri, cuando ocasionalmente se pone alguna tarea, “se consensúa con la familia y se le explica qué rol deben jugar. No queremos que sea una carga para las familias”, añade. Las tareas en el hogar aparecen algunas cosas mecánicas, “pero con el objetivo de que vayan planificando de cara a la secundaria”.
Mejor tareas domésticas
Es básicamente lo mismo que sucede en el colegio Montessori Palau de Girona. Este centro, que sigue los dictados de la pedagoga y científica (y largo etc.) italiana Maria Montessori, prefiere que las familias se dediquen a “dar autonomía a sus hijos, no las tareas. Que les den tareas y responsabilidades en casa a los niños, que les traten como mayores”, explica Montse Julià, su directora. Habla de poner la mesa, ayudar en casa, poner lavadoras. Académicamente, “lo más importante es que acompañen a los niños en la lectura, que les encante leer”. Como en Amara Berri, los deberes quedan como algo excepcional para aquellos menores que puedan tener alguna dificultad.

Un elemento común en estos centros, obviamente cuatro entre muchos pero ejemplos de que otra aproximación a los deberes es posible, es que abandonaron la metodología tradicional para probar otras vías de enseñanza-aprendizaje. El trabajo por proyectos y teniendo en cuenta la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner en el Aguamansa, también los proyectos del Nuñez de Arenas, los contextos de Amara Berri o el sistema Montessori no utilizan los libros de texto como herramienta fundamental (si es que llegan a estar en el aula) de las clases y los currículums se afrontan desde otra perspectiva que las unidades didácticas.
Vizcaíno reflexiona al respecto. “Ha habido mucha presión Los profesores hemos tenido parte de culpa en todo esto. Pero las editoriales también han hecho mucho daño porque nos ofrecían muchas cosas, por ejemplo material informático, y nos comprometíamos a trabajar con ellos durante varios años. ¿Qué ha generado todo esto? Que al final se trabaja con libros, los padres los han comprado y exigen que se utilicen. Se ha hecho muy cómodo” para el profesor.
Albelo, de Aguamansa, señala directamente a la ley. “Pide a los niños que manipulen, observen, contrasten. Y luego ponen un currículum muy extenso, es incongruente, no hay tiempo. Necesitamos priorizar los temas”, defiende. Un ejemplo de lo que dicen Vizcaíno y Albelo: un alumno puede tener siete libros de texto con diez temas cada uno y 20 ejercicios por unidad. Es complicado que llegue a todo. “Y los padres no son responsables de esto”, señala la directora canaria. Como sostiene Julià y piensan muchos más, “si los deberes son tan importantes, ¿qué hacen los niños tantas horas en el colegio?”.

Cuerpos y fragilidades

Quién sabe si al principio no era la fragilidad. Al principio y, claro está, al final.
No la del individuo, no la de su alma ni la de su espíritu, sino la de su cuerpo.  Un cuerpo cuyo límite interior es la soledad, esa soledad que -como quería Nietzsche- se parece a su patria, y cuyo límite exterior es la comunidad porosa, los cuerpos-soledades pacientes e impacientes que celebran, se reúnen, padecen, se mueven por las calles y conversan.
Un cuerpo solitario y multitudinario,  singular y grupal que más allá de toda entelequia sobre su configuración o contorno, no hace más que resonar sus huesos, someterse a la deriva de la piel y decir lo que bien o mal puede. Un cuerpo de frío, de sueño, de memoria y de olvido, de desorden, apasionado y aprisionado entre deseos de sentir y percibir, y desfallecimientos y reanimación entre su potencia e impotencia.
En la duración de la fragilidad está la posibilidad de contarnos algo, de narrar lo perdido y reencontrado, de volver a sentir la lengua materna como aquella que es fecunda y ventral, sí, pero sobre todo perceptiva, ancestral, pragmática y ética; una lengua a-gramática, incoordinada, llena de impurezas sensitivas, metafórica: la lengua del arte, que no es otra cosa que la lengua del cuerpo cuando lo que dice es junto a otros en una escena de desequilibrios jamás planificados.
Aquello que la fragilidad del cuerpo parece necesitar es reunirse con otras fragilidades en el reino de la ficción: hacer otras vidas, quitarse del lenguaje infectado de los poderes, eludir toda absurda convención.
Esto es el teatro, se me dirá, o la poesía, o la pintura, o la música. Diré que si, que es verdad: y diré también que es la fragilidad, esa débil y sonora intimidad de cada una, de cada uno, que no desea otra cosa que experimentar más allá de toda verdad, más allá de toda somnolencia, en ese umbral impreciso que a veces existe entre lo que creemos ser y el modo en que esa creencia se hace gesto, acción, sentido, fuerza.

Ceguera moral

"El sociólogo Zygmunt Bauman alerta sobre la “Ceguera moral”

7 abril, 2016 
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El internacionalmente famoso sociólogo polaco Zygmunt Bauman sorprendió al mundo intelectual con un impactante libro: “Ceguera moral”. Allí denuncia la insensibilidad moral y el deterioro moral progresivo que según él se está convirtiendo en característica de nuestro tiempo.
Para identificar mejor lo que está pasando, Bauman crea un neologismo de raíz griega: “adiáfora”, aludiendo al hecho concurrente de “situar ciertos actos o categorías de los seres humanos fuera del universo de evaluaciones y obligaciones morales”.
La ética o la moral, como prefieran decir, no existe para ciertos campos del quehacer, del comportamiento humano. Los actores de esos campos de acción (por ejemplo, los actores de la política) ignoran, prescinden de todo compromiso moral. Pueden hacer lo que quieren y les conviene a sus respectivos intereses egoístas, sin que se les ocurra ni permiten que a otros se les ocurra o intervengan, para poner orden y sanción a sus comportamientos corruptos.
Parecería que Zygmunt Bauman estuvo visitando nuestro país, observando a muchos de nuestros políticos, administradores públicos, narcotraficantes, narcopolíticos, criminales y delincuentes para inspirarse y escribir sobre la adiáfora y la ceguera moral.
La ceguera no está solamente en los ojos morales de los actores en esos sectores, está contagiándose también en toda la sociedad, que contempla pasiva y permisivamente la corrupción y nada hace para impedirla, incluso es tanta la ceguera y torpeza que a la hora de las elecciones para las responsabilidades políticas no son capaces de ver que vuelven a elegir a los mismos corruptos que les están robando dinero, oportunidades y esperanzas.
Sucede, como escribe Bauman, que la sociedad parece estar embotada, ha perdido la sensibilidad moral y no le da importancia a los hechos y sus autores que hacen daño grave a todos.
Esa sensibilidad embotada se realimenta con el comportamiento insólito de mucha gente, quizás la mayoría, también niños y adolescentes, que disfrutan dedicando su tiempo libre de distracción y descanso, hasta pagando dinero para ver sin prisa violencias, muertes, asesinatos, crímenes horrendos, destrucciones masivas en películas de cine y televisión que presentan descarnadamente la crueldad y el terror, convertidos en espectáculo.
Estamos bombardeados por tantos y constantes estímulos que nuestra sensibilidad termina acostumbrándose a ver el sufrimiento trágico de los demás sin inquietar nuestra afectividad y nuestra conciencia. El sufrimiento de muchas personas que están en nuestro entorno social resulta pálido e insignificante para sensibilidades embotadas.
La voz de alerta de Bauman se une a una denuncia semejante que pocos años atrás hizo Gilles Lipovetsky, cuando escribió su interesante libro: “El crepúsculo del deber”. El sutil análisis sociológico de Lipovetsky hace ver cómo el “deber” sostenido por criterios razonados y generador de virtud, a partir de la posmodernidad queda relevado por el placer que busca la felicidad individual y subjetiva.
La posmodernidad depuso a la diosa razón e instaló al sentimiento y el placer en su trono, alimentados por el consumo. La hipermodernidad está acelerando el consumo hasta el hiperconsumo, que ya ha superado la simple adquisición del consumo material, moviendo a la sociedad actual en búsqueda, a veces compulsiva, del consumo de emociones, con el turismo erótico, el turismo de aventuras, el consumo de drogas, los espectáculos de la crueldad y el terror.
La ética se ha debilitado tanto, que estamos ciegos y ni la vemos ni la echamos de menos, prescindimos de ella. Las normas del deber nos resultan rígidas, la virtud es cosa del pasado, lo que importa es el placer personal vivido en el individualismo excluyente, tan exclusivo que no se interesa ni asume responsabilidad ni compromiso ni siquiera con la pareja en la experiencia del amor.
Los riesgos de la ceguera moral, o sea, de una sociedad sin ética son tan graves, que los grandes analistas sociólogos, filósofos y éticos de la actualidad, además de describirnos lo que está pasando, tienen que escribir libros tan fundamentales como el de Adela Cortina, “Para qué sirve la ética”, que ha merecido el premio nacional español al mejor libro de ensayo de 2014.
Cortina dice: “Ningún país puede salir de la crisis si las conductas inmorales de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad”."
 http://nalgasylibros.com/el-sociologo-zygmunt-bauman-alerta-sobre-la-ceguera-moral/

miércoles, 13 de abril de 2016

Cómo entender los límites en la educación de l@s más pequeñ@s

https://espantapajarostaller.wordpress.com/2013/08/29/juul/



Poner límites no es alzar muros: entrevista con Jesper Juul

29 Ago Hay un terapeuta familiar danés que se inclina por la claridad en las relaciones interpersonales y está convencido de que los niños son hábiles y pueden adaptarse a los valores de los adultos. Su nombre es Jesper Juul y la editorial Herder ha publicado en español sus libros: Decir no, por amor ¡Aquí estoy! ¿Tú quién eres?
A continuación les presentamos una entrevista que le hizo Isabel Calderón Reyes, publicada originalmente en la revista El Librero de noviembre del 2012:

Poner límites no es alzar muros

Jesper Juul in Frankfurt; 11.04.2008
Aunque McDonald’s tiene sucursales en 119 países y recibe 68 millones de clientes al día, Jesper Juul sostiene que no hay que llevar a los niños allá. Según el terapeuta familiar nacido en Vordgdingbor, Dinamarca, dar comida chatarra a los niños no es una demostración de afecto, sino un esfuerzo desproporcionado por ahorrarles cualquier frustración. Lo que impide que los padres digan “no” a sus hijos es el sentimentalismo, el pavor al conflicto y las ansias de popularidad: no el amor.
Sin embargo, él no escribe panfletos contra los niños malcriados ni manuales de autoritarismo y su trabajo no es un llamado a la obediencia. Los libros que ha escrito sintetizan su quehacer como terapeuta familiar y su experiencia como fundador y director de Family-lab International, una organización danesa con filiales en varios países de Europa y América Latina que ofrece seminarios, talleres y asesorías para familias y empresas.
Este año llegaron a Colombia dos de sus obras, publicadas por Herder: Decir no, por amor y ¡Aquí estoy! ¿Tú quién eres? Abordan la crianza como una tarea que los adultos pueden emprender con tranquilidad siempre que tengan claras sus convicciones. Para Jesper Juul, un niño que llega a una familia amorosa, donde la firmeza no significa violencia y el cariño no conlleva subordinación, es un niño que tiene todo para afirmarse como individuo, armar su propia escala de valores y tener una vida adulta satisfactoria.
Empecemos por el comienzo: el nacimiento de un bebé. Creo que mucha gente se pregunta cómo se le pueden poner límites a un bebé.
Cualquier niño recién nacido tiene que ser el centro de atención durante los primeros meses de su vida. Por lo tanto, las necesidades y los deseos de sus padres deben ser menos importantes que las de él. Pero nunca deben perder su importancia del todo. Los adultos que tienen bebés han de ser conscientes de sus propias necesidades individuales, incluso cuando no puedan satisfacerlas.
¿Qué pasa cuando los bebés crecen?
Cuando el niño ha cumplido un año de edad, tiene que experimentar que él es parte de un grupo, en el que todos tienen necesidades y deseos y que las suyas no siempre son las más importantes. Este proceso de aprendizaje experiencial toma alrededor de un año. Luego viene la época en que el niño descubre su autonomía y alrededor de los cuatro años la separación se completa y el niño se convierte en una parte integral de la familia.
Y convertirse en una parte integral de la familia implica preocuparse por el bienestar de los demás. ¿Qué tanto se preocupan los niños por sus padres?
Los niños que viven con ambos padres necesitan más que cualquier otra cosa que sus padres estén bien, como individuos y como pareja: que papá y mamá se quieran y se entiendan es muy importante y de eso dependen muchas cosas. En otro tipo de familias, cuando los niños solo cuentan con uno de sus padres, necesitan lo mismo: que él o ella tengan una vida adulta satisfactoria. Esto significa que no hay una verdadera contradicción entre las necesidades de un niño y las necesidades de sus padres. El problema es que los niños no son conscientes de ello. Es por eso que quieren toda la atención que puedan conseguir, que siempre es mucha más de la que necesitan.
Retomemos esa idea, que es importante en los dos libros. Dices que los niños saben qué quieren pero no saben qué necesitan.
Lo que trato de decir es que en realidad los niños no saben la diferencia entre lo que necesitan y lo que quieren. Es por eso que debe haber un liderazgo adulto. Las necesidades básicas de los niños son las mismas que las necesidades de los adultos: el amor, el cuidado, la alimentación, ropa, vivienda y juego. Tal vez quieran comer hamburguesas de McDonald’s todo el tiempo, pero su necesidad es la alimentación y la nutrición. Nuestro deber como padres es proporcionar a nuestros hijos lo que necesitan siempre que podamos hacerlo.
¿Y qué pasa con lo que quieren?
Es un placer cuando también podemos darles algunas de las cosas que quieren. Pero hay que tener mucho cuidado y no hacerlo por las razones equivocadas: con el fin de ser populares o para evitar conflictos. El resultado sería un “niño mimado”.
En Decir no, por amor cuentas que los padres tienden a sacrificar sus convicciones para complacer a sus hijos. Y terminan haciéndoles mucho daño.
Así es. Los padres deben aprender a lidiar con la frustración del niño sin castigarlo y sin culparse a sí mismos.
¿Crees que los adultos le tienen miedo a poner límites? ¿Cómo se les puede ayudar?
Yo siempre he dicho que no creo en poner límites a los niños como quien pone cercas a su alrededor, o construye muros de concreto: reglas y prohibiciones. Más bien, creo que los adultos tienen que ser resueltos: tener claro lo que quieren y lo que no. A través de la interacción y el diálogo, podrán transmitirle eso a los hijos. A los niños les toma aproximadamente cinco años entender y apropiarse de los valores de sus padres o los adultos que los rodean. ¡Cinco años! Déjame decirte que eso es menos tiempo del que un adulto se toma para adaptarse a  la escala de valores de su pareja.
Cuando hablas de las formas más adecuadas de enfrentar los conflictos en la familia, dices que la responsabilidad personal es enemiga de los sistemas autoritarios. ¿Qué significa eso para ti?
Siempre ha sido un deber de las mujeres, los niños y la mayoría de los hombres sacrificar la individualidad e integridad personal. Esto ha sido cierto para nuestras sociedades y en muchos países lo sigue siendo. Y ha sido así simplemente porque las personas que se toman sus necesidades en serio son consideradas una amenaza para los poderosos.
¿Por eso recomiendas que los adultos hablen en primera persona cuando se dirigen a los niños?
¡Claro! Te lo voy a explicar con un ejemplo. Si un niño de dos años te tumba las gafas por tercera vez, es mejor decirle “ya veo que te gustan mis gafas, pero no quiero que me hagas esto”, que arrojarle una fórmula pedagógica impersonal de tiempos pasados, como “con las gafas no se juega.”

El juego de los niños y niñas....

http://familytreekids.com/es/blog/15_el-papel-del-adulto-en-el-juego-infantil.html




El papel del Adulto en el Juego Infantil

Una de las cuestiones que se nos plantean tanto a educadores como a padres cuando vemos a los niños jugar es qué debemos hacer durante esta situación. Son muchas las personas que tienen la creencia de que a los niños se les debe enseñar a jugar, se les debe mostrar directrices y “reglas o pautas” sobre el juego, evitando así que comentan errores, que el ambiente se convierta en un caos absoluto o que su atención se vea interrumpida en otros menesteres. Otras personas, sin embargo, tenemos la plena convicción de que el juego es un proceso que nace de manera natural en el niño, es decir, que es un proceso que parte desde dentro hacia fuera, y que todas las intervenciones externas sólo crean confusión, duda e inseguridad.

Entonces, ¿cuál es el papel del adulto en el juego de un niño?

No es fácil si te digo que olvides todo lo que sabes, todo lo que te han enseñado a hacer, todas tus normas y reglas y observes a un niño jugar. Es decir, dejar a un lado nuestros prejuicios y confiar en que los niños tienen dentro de sí todos los recursos y toda la sabiduría para responder perfectamente a sus necesidades. Si observamos callados y atentos veremos cómo aprenden y se desenvuelven positivamente.

¿Qué actitud debemos tomar frente al juego?

Los niños necesitan ser mirados, necesitan del adulto para reafirmarse y ganar seguridad construyendo su personalidad. Este acompañamiento es vital desde los primeros meses de vida, cuando les entregamos el alimento y el amor, hasta que, más tarde, les escuchamos exclamar con entusiasmo nuestro nombre seguido de un “¡mira lo que hago!” cuando descubren y resuelven alguna situación.

Mucho más que las muestras de cariño, que también son sumamente necesarias para cualquier ser humano, este acompañamiento atento, confiado y sereno significa para ellos Amor, y contribuye a afianzar su personalidad, aumentar su autoestima, a valorarse a sí mismos y a los demás, a encontrar su lugar en el mundo y a sentirse amados.

No somos partidarios de las aprobaciones verbales como “muy bien”, “qué listo eres”, “eres el mejor” ni tampoco de las negativas basadas en tópicos y frases que ya todos conocemos. Los niños sólo requieren de nuestro acompañamiento y de una mirada cómplice y satisfecha que les indique que todo está bien, que les sirva de confirmación y exprese su sentimiento de orgullo y placer como, por ejemplo: “¡lo has conseguido!” o “¡Tú solito has trepado el árbol!”.

Sin duda, tenemos que tomarnos el juego muy en serio y ser conscientes de que nuestro papel como adultos que acompañan y cuidan es muy importante para crear un clima de seguridad y afecto en el crecimiento de nuestros pequeños. Ellos buscan nuestra mirada y crecen con nuestras sonrisas de complicidad. Nuestro papel como adultos en el juego infantil es el de cuidar y acompañar, también el de jugar, recordando los niños que un día fuimos, el de ayudarles si lo necesitan y el de dejarles espacio para experimentar y sentir, mucho más que el de dirigir o seducir.

Hoy en día somos más las familias y educadores que dejamos a nuestros niños y niñas “hacer”, que estamos aprendiendo a observar de cerca, que les damos libertad para crear y equivocarse. Tenemos una actitud más abierta hacia la vida que nos acerca a una mayor comprensión de la naturaleza del niño y, sobretodo, les dejamos jugar, entendiendo que es fundamental para el equilibrio emocional y para el desarrollo de las capacidades intelectuales, creativas y sociales.

Os animo a estar un ratito observando, sin hablar, mirando, pero con detenimiento, como si tuvierais que memorizar cada detalle, vais a disfrutar mucho y ellos lo van a notar.

Me encantará que nos cuentes qué has sentido mientras observabas el juego de tus hijos, o el de tus alumnos en la Escuela... ¿Lo compartimos?

Un cálido abrazo desde Family Tree Kids.

Amparo Vidal.

Mamá, Maestra y Asistente Montessori Casa de Niños.


Referencias:
L’ ECUYER, Catherine, (2014), Educar en el Asombro, Barcelona, Plataforma. ver libro.
J. JUUL (2004), Su hijo, una persona competente, Barcelona, Heder.
FREIRE, Heike (2014) Educar en Verde, ideas para acercar a los niños y niñas a la Naturaleza, Barcelona, Graó.

martes, 12 de abril de 2016

Para analizar...

http://insurgenciamagisterial.com/la-pedagogia-del-opresor-educacion-por-competencias/



Manifiesto Latinomericano de Pedagogía Crítica


Manifiesto Latinoamericano de Pedagogía Crítica y Educación Popular | Enlace: https://goo.gl/NnmndY
El presente documento es el resultado de un conjunto de discusiones (inacabadas) del grupo organizador del Primer Encuentro Internacional de Experiencias de Pedagogía Crítica en América Latina 2015. Consideramos que la Pedagogía Crítica al ser un campo en disputa necesita de las discusiones teóricas de quienes participan en ella, por lo tanto, pretendemos problematizar la educación, la pedagogía crítica y su contexto actual para lanzar a debate estos tópicos con todos los y las interesadas en el tema. Esta discusión también pretende ser un ejercicio rumbo al Segundo Encuentro del año 2016, donde esperamos lanzarla a debate colectivo para construir caminos y puentes que nos ayuden a ampliar y enriquecer el campo de lo educativo.



viernes, 8 de abril de 2016

Jurjo Torres presenta este artículo de Chomsky

Sobre el trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación superior

Noam Chomsky

02/03/2014

Lo que sigue es la traducción castellana de una transcripción editada en inglés de un conjunto de observaciones realizadas por Noam Chomsky vía Skype el pasado 4 de febrero para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero (Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers) en Pittsburgh, PA. Las manifestaciones del profesor Chomsky se produjeron en respuesta a preguntas de  Robin Clarke, Adam Davis, David Hoinski, Maria Somma, Robin J. Sowards, Matthew Ussia y Joshua Zelesnick. La transcripción escrita de las respuestas orales la realizó Robin J. Sowards y la edición y redacción corrió a cargo del propio Noam Chomsky. La traducción castellana del texto ingles la realizó para www.sinpermiso.info Mínima Estrella.
Sobre la contratación temporal de profesores y la desaparición de la carrera académica
Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria o lo que los de Wall Mart llaman “asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo laboral. Cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo harto sistemáticamente durante la última generación como parte de un asalto neoliberal general a la población, su modelo de negocio entraña que lo que importa es la línea de base. Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o la legislatura, en el caso de las universidades públicas de los estados federados), y lo que quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y obediente. Y en substancia, la formas de hacer eso son los temporales. Así como la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal, en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno. La idea es dividir a la sociedad en dos grupos. A uno de los grupos se le llama a veces “plutonomía” (un palabro usado por Citibank cuando hacía publicidad entre sus inversores sobre la mejor forma de invertir fondos), el sector en la cúspide de una riqueza global pero concentrada sobre todo en sitios como los EEUU. El otro grupo, el resto de la población, es un “precariado”, gentes que viven una existencia precaria.
Esa idea asoma de vez en cuando de forma abierta. Así, por ejemplo, cuando Alan Greenspan testificó ante el Congreso en 1997 sobre las maravillas de la economía que estaba dirigiendo, dijo redondamente que una de las bases de su éxito económico era que estaba imponiendo lo que él mismo llamó “una mayor inseguridad en los trabajadores”. Si los trabajadores están más inseguros, eso es muy “sano” para la sociedad, porque si los trabajadores están inseguros, no exigirán aumentos salariales, no irán a la huelga, no reclamarán derechos sociales: servirán a sus amos tan donosa como pasivamente. Y eso es óptimo para la salud económica de las grandes empresas. En su día, a todo el mundo le pareció muy razonable el comentario de Greenspan, a juzgar por la falta de reacciones y los aplausos registrados. Bueno, pues transfieran eso a las universidades: ¿cómo conseguir una mayor “inseguridad” de los trabajadores? Esencialmente, no garantizándoles el empleo, manteniendo a la gente pendiente de un hilo que puede cortarse en cualquier momento, de manera que mejor que estén con la boca cerrada, acepten salarios ínfimos y hagan su trabajo; y si por ventura se les permite servir bajo tan miserables condiciones durante un año más, que se den con un canto en los dientes y no pidan más. Esa es la manera como se consiguen sociedades eficientes y sanas desde el punto de vista de las empresas. Y en la medida en que las universidades avanzan por la vía de un modelo de negocio empresarial, la precariedad es exactamente lo que se impone. Y más que veremos en lo venidero.
Ese es un aspecto, pero otros aspectos que resultan también harto familiares en la industria privada: señaladamente, el aumento de estratos administrativos y burocráticos. Si tienes que controlar la gente, tienes que disponer de una fuerza administrativa que lo haga. Así, en la industria norteamericana más que en cualquier otra parte, se acumula estrato ad administrativo tras estrato administrativo: una suerte de despilfarro económico, pero útil para el control y la dominación. Y lo mismo vale para las universidades. En los pasados 30 0 40 años se ha registrado un aumento drástico en la proporción del personal administrativo en relación el profesorado y los estudiantes de las facultades: profesorado y estudiantes han mantenido la proporción entre ellos, pero la proporción de administrativos se ha disparado. Un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, ha escrito un muy buen libro titulado The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters (Oxford University Press, 2011), en el que se describe con detalle el estilo empresarial de administración y niveles burocráticos multiplicados. Ni que decir tiene, con administradores profesionales más que bien pagados: los decanos, por ejemplo, que antes solían miembros de la facultad que dejaban la labor docente para servir como gestores con la idea de reintegrarse a la facultad al cabo de unos años. Ahora son todos profesionales, que tienen que contratar a vicedecanos, secretarios, etc., etc., toda la proliferación de estructura que va con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo empresarial.
Pero servirse de trabajo barato –y vulnerable— es una práctica de negocio que se remonta a los inicios mismos de la empresa privada, y los sindicatos nacieron respondiendo a eso. En las universidades, trabajo barato, vulnerable, significa ayudantes y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son todavía más vulnerables, huelga decirlo, La idea es transferir la instrucción a trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos a otros fines muy distintos de la educación. Los costos, claro está, los pagan los estudiantes y las gentes que se ven arrastradas a esos puestos de trabajo vulnerables. Pero es un rasgo típico de una sociedad dirigida por la mentalidad empresarial transferir los costos a la gente. Los economistas cooperan tácitamente en eso. Así, por ejemplo, imaginen que descubren un error en su cuenta corriente y llaman al banco para tratar de enmendarlo. Bueno, ya saben ustedes lo que pasa. Usted les llama por teléfono, y le sale un contestador automático con un mensaje grabado que le dice: “Le queremos mucho, y ahí tiene un menú”. Tal vez le menú ofrecido contiene lo que usted busca, tal vez no. Si acierta a elegir la opción ofrecida correcta, lo que escucha a continuación es una musiquita, y de rato en rato una voz que le dice: “Por favor, no se retire, estamos encantados de servirle”, y así por el estilo. Al final, transcurrido un buen tiempo, una voz humana a la que poder plantearle una breve cuestión. A eso los economistas le llaman “eficiencia”. Con medidas económicas, ese sistema reduce los costos laborales del banco; huelga decir que le carga los costos a usted, y esos costos han de multiplicarse por el número de usuarios, que puede ser enorme: pero eso no cuenta como coste en el cálculo económico. Y si miran ustedes cómo funciona la sociedad, encuentran eso por doquiera. Del mismo modo, la universidad impone costos a los estudiantes y a un personal docente que, además e tenerlo apartado de la carrera académica, se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad. Todo eso resulta perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales. Es nefasto para la educación, pero su objetivo no es la educación.
 En efecto, si echamos una mirada más retrospectiva, la cosa se revela más profunda todavía. Cuando todo esto empezó, a comienzos de los 70, suscitaba mucha preocupación en todo el espectro político establecido el activismo de los 60, comúnmente conocidos como “la época de los líos”. Fue una “época de líos” porque el país se estaba civilizando [con las luchas por los derechos civiles], y eso siempre es peligroso. La gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción, conducida de forma prácticamente abierta. En el lado de la izquierda liberal del establishment, tenemos un libro llamado The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, compilado por Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki (New York University Press, 1975) y patrocinado por la Comisión Trilateral una organización de liberales internacionalistas. Casi toda la administración Carter se reclutó entre sus filas. Estaban preocupados por lo que ellos llamaban la “crisis de la democracia” y que no dimanaba de otra cosa del exceso de democracia. En los 60 la población –los “intereses especiales” mencionados— presionaba para conquistar derechos dentro de la arena política, lo que se traducía en demasiada presión sobre el Estado: no podía ser. Había un interés especial que dejaban de lado, y es a saber: el del sector granempresarial; porque sus intereses coinciden con el “interés nacional”. Se supone que el sector graempresarial controla al Estado, de modo que no hay ni que hablar de sus intereses. Pero los “intereses especiales” causaban problemas, y estos caballeros llegaron a la conclusión de que “tenemos que tener más moderación en la democracia”: el público tenía que volver a ser pasivo y regresar a la apatía. De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de “adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil –el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas— probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados.
Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes? Hay más de una forma. Una forma es cargarlos con deudas desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. La deuda es una trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que el volumen de  deuda acumulada en las tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida porque las leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella. Si, digamos, una empresa incurre en demasiada deuda, puede declararse en quiebra. Pero si los estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad social. Es una técnica de disciplinamiento. No digo yo que eso se hiciera así con tal propósito, pero desde luego tiene ese efecto. Y resulta harto difícil de defender en términos económicos. Miren ustedes un poco lo que pasa por el mundo: la educación superior es en casi todas partes gratuita. En los países con los mejores niveles educativos, Finlandia (que anda en cabeza), pongamos por caso, la educación superior es pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es pública y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se enfrenta, es pública y gratuita. Pero miren lo que pasa en los EEUU: si nos remontamos a los 40 y los 50, la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad. La Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que jamás habría podido acceder a la universidad. Fue muy bueno para ellos y fue muy bueno para la economía y para la sociedad; fue parte de las causas que explican la elevada tasa de crecimiento económico. Incluso en las entidades privadas, la educación llegó a ser prácticamente gratuita. Yo, por ejemplo: entré en la facultad en 1945, en una universidad de la Ivy League, la Universidad de Pensilvania, y la matrícula costaba 100 dólares. Eso serían unos 800 dólares de hoy. Y era muy fácil acceder a una beca, de modo que podías vivir en casa, trabajar e ir a la facultad, sin que te costara nada. Lo que ahora ocurre es ultrajante. Tengo nietos en la universidad que tienen que pagar la matrícula y trabajar, y es casi imposible. Para los estudiantes, eso es una técnica disciplinaria.
Y otra técnica de adoctrinamiento es cortar el contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que, sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería sorprenderse; así trabajan.
Sobre cómo debería ser la educación superior
Para empezar, deberíamos desechar toda idea de que alguna vez hubo una “edad de oro”. Las cosas eran distintas, y en ciertos sentidos, mejores en el pasado, pero distaban mucho de ser perfectas. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de los 60 consistió en el intento de democratizar las universidades, de incorporar, digamos, a representantes estudiantiles a las juntas de facultad, de animar al personal no docente a participar. Esos esfuerzos se hicieron por iniciativa de los estudiantes, y no dejaron de tener cierto éxito. La mayoría de universidades disfrutan ahora de algún grado de participación estudiantil en las decisiones de las facultades. Y yo creo que ese es el tipo de cosas que deberíamos ahora seguir promoviendo: una institución democrática en la que la gente que está en la institución, cualquiera que sea (profesores ordinarios, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la institución y de su funcionamiento; y lo mismo vale para las fábricas.
No son estas ideas de izquierda radical, por cierto. Proceden directamente del liberalismo clásico. Si leéis, por ejemplo, a John Stuart Mill, una figura capital de la tradición liberal clásica, verán que daba por descontado que los puestos de trabajo tenían que ser gestionados y controlados por la gente que trabajaba en ellos: eso es libertad y democracia (véase, por ejemplo, John Stuart Mill, Principles of Political Economy, book 4, ch. 7). Vemos las mismas ideas en los EEUU. En los Caballeros del Trabajo, pongamos por caso: uno de los objetivos declaradis de esta organización era “instituir organizaciones cooperativas que tiendan a superar el sistema salarial introduciendo un sistema industrial cooperativo” (véase la “Founding Ceremony” para las nuevas asociaciones locales). O piénsese en alguien como John Dewey, un filósofo social de la corriente principal del siglo XX, quien no sólo abogó por una educación encaminada a la independencia creativa, sino también por el control obrero en la industria, lo que él llamaba “democracia industrial”. Decía que hasta tanto las instituciones cruciales de la sociedad –producción, comercio, transporte, medios de comunicación— no estén bajo control democrático, la “política [será] la sombra proyectada en el conjunto de la sociedad por la gran empresa” (John Dewey, “The Need for a New Party” [1931]). Esta idea es casi elemental, y echa raíces profundas en la historia norteamericana y en el liberalismo clásico; debería constituir una suerte de segunda naturaleza de la gente, y debería valer igualmente para las universidades. Hay ciertas decisiones en una universidad donde no puedes querer transparencia democrática porque tienes que preservar la privacidad estudiantil, pongamos por caso, y hay varios tipos de asuntos sensibles, pero en el grueso de la actividad universitaria normal no hay razón para no considerar la participación directa como algo, no ya legítimo, sino útil. En mi departamento, por ejemplo, hemos tenido durante 40 años representantes estudiantiles que proporcionaban una valiosa ayuda con su participación en las reuniones de departamento.
Sobre la “gobernanza compartida” y el control obrero
La universidad es probablemente la institución social que más se acerca en nuestra sociedad al control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos para los profesores ordinarios tenga capacidad para determinar una parte substancial de las tareas que conforman su trabajo: qué van a enseñar, cuando van a dar las clases, cuál será el programa. Y el grueso de las decisiones sobre el trabajo efectuado en la facultad caen en buena medida bajo el control del profesorado ordinario. Ahora, ni que decir tiene, hay un nivel administrativo superior al que no puedes ni eludir ni controlar. La facultad puede recomendar a alguien para ser profesor titular, pongamos por caso, y estrellarse contra el criterio de los decanos o del rector, o incluso de los patronos o de los legisladores. No es que ocurra muy a menudo, pero puede ocurrir y ocurre. Y eso es parte de la estructura de fondo que, aun cuando siempre ha existido, era un problema menor en los tiempos en que la administración salía elegida por la facultad y era en principio revocable por la facultad. En un sistema representativo, necesitas tener a alguien haciendo labores administrativas, pero tiene que poder ser revocable, sometido como está a la autoridad de las gentes a las que administra. Eso es cada vez menos verdad. Hay más y más administradores profesionales, estrato sobre estrato, con más y más posiciones cada vez más remotas del control de las facultades. Me referí antes a The Fall of the Faculty de Benjamin Ginsberg, un libro que entra en un montón de detalles sobre el funcionamiento de varias universidades a las que sometió a puntilloso escrutinio:  Johns Hopkins, Cornell y muchas otras.
El profesorado universitario ha venido siendo más y más reducido a la categoría de trabajadores temporales a los que se asegura una precaria existencia sin acceso a la carrera académica. Tengo conocidos que son, en efecto, lectores permanente; no han logrado el estatus de profesores ordinarios; tienen que concursar cada año para poder ser contratados otra vez. No deberían ocurrir estas cosas, no deberíamos permitirlo. Y en el caso de los ayudantes, la cosa se ha institucionalizado: no se les permite ser miembros del aparato de toma de decisiones y se les excluye de la seguridad en el puesto de trabajo, lo que no sirve sino para amplificar el problema. Yo creo que el personal no docente debería ser integrado también en la toma de decisiones, porque también forman parte de la universidad. Así que hay un montón que hacer, pero creo que se puede entender fácilmente por qué se desarrollan esas tendencias. Son parte de la imposición del modelo de negocios en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Esa es la ideología neoliberal bajo la que el grueso del mundo ha estado viviendo en los últimos 40 años. Es muy dañina para la gente, y ha habido resistencias a ella. Y es digno de mención el que al menos dos partes del mundo han logrado en cierta medida escapar de ella: el Este asiático, que nunca la aceptó realmente, y la América del Sur de los últimos 15 años.
Sobre la pretendida necesidad de “flexibilidad”
“Flexibilidad” es una palabra muy familiar para los trabajadores industriales. Parte de la llamada “reforma laboral” consiste en hacer más “flexible” el trabajo, en facilitar la contratación y el despido de la gente. También esto es un modo de asegurar la maximización del beneficio y el control. Se supone que la “flexibilidad” es una buena cosa, igual que la “mayor inseguridad de los trabajadores”. Dejando ahora de lado la industria, para la que vale lo mismo, en las universidades eso carece de toda justificación. Pongamos un caso en el que se registra submatriculación en algún sitio. No es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; la otra noche me llamó y me contó que su carga lectiva cambiaba porque uno de los cursos ofrecidos había registrado menos matrículas de las previstas. De acuerdo, el mundo no se acabará, se limitaron a reestructurar el plan docente: enseñas otro curso, o una sección extra, o algo por el estilo. No hay que echar a la gente o hacer inseguro su puesto de trabajo a causa de la variación del número de matriculados en los cursos. Hay mil formas de ajustarse a esa variación. La idea de que el trabajo debe someterse a las condiciones de la “flexibilidad” no es sino otra técnica corriente de control y dominación. ¿Por qué no hablan de despedir a los administradores si no hay nada para ellos este semestre? O a los patronos: ¿para qué sirven? La situación es la misma para los altos ejecutivos de la industria; si el trabajo tiene que ser flexible, ¿por qué no la gestión ejecutiva? El grueso de los altos ejecutivos son harto inútiles y aun dañinos, así que ¡librémonos de ellos! Y así indefinidamente. Sólo para comentar noticias de estos últimos días, pongamos el caso de Jamie Dimon, el presidente del consejo de administración del banco JP Morgan Chase: acaba de recibir un substancial incremento en sus emolumentos, casi el doble de su paga habitual, en agradecimiento por haber salvado al banco de las acusaciones penales que habrían mandado a la cárcel a sus altos ejecutivos: todo quedó en multas por un monto de 20 mil millones de dólares por actividades delictivas probadas. Bien, podemos imaginar que librar de alguien así podría ser útil para la economía. Pero no se habla de eso cuando se habla de ”reforma laboral”. Se habla de gente trabajadora que tiene que sufrir, y tiene que sufrir por inseguridad, por no saber de donde sacarán el pan mañana: así se les disciplina y se les hace obedientes para que no cuestionen nada ni exijan sus derechos. Esa es la forma de operar de los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, te das cuenta de que refleja las mismas ideas. No debería ser un secreto.
Sobre el propósito de la educación
Se trata de debates que se retrotraen a la Ilustración, cuando se plantearon realmente las cuestiones de la educación superior y de la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y hubo básicamente dos modelos en discusión en los siglos XVIII y XIX. Se discutieron con energía harto evocativa. Una imagen de la educación era la de un vaso que se llena, digamos, de agua. Es lo que ahora llamamos “enseñar para el examen”: viertes agua en el vaso y luego el vaso devuelve el agua. Pero es un vaso bastante agujereado, como todos hemos tenido ocasión de experimentar en la escuela: memorizas algo en lo que no tienes mucho interés para poder pasar un examen, y al cabo de una semana has olvidado de qué iba el curso. El modelo de vaso ahora se llama “ningún niño a la zaga”, “enseñar para el examen”, “carrera a la cumbre”, y cosas por el estilo en las distintas universidades. Los pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.
El otro modelo se describía como lanzar una cuerda por la que el estudiante pueda ir progresando a su manera y por propia iniciativa, tal vez sacudiendo la cuerda, tal vez decidiendo ir a otro sitio, tal vez planteando cuestiones. Lanzar la cuerda significa imponer cierto tipo de estructura. Así, un programa educativo, cualquiera que sea, un curso de física o de algo, no funciona como funciona cualquier otra cosa; tiene cierta estructura. Pero su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación. Un físico mundialmente célebre cuando, en sus cursos para primero de carrera, se le preguntaba “¿qué parte del programa cubriremos este semestre?”, contestaba: “no importa lo que cubramos, lo que importa es lo que descubráis vosotros”. Tenéis que ganar la capacidad y la autoconfianza en esta asignatura para desafiar y crear e innovar, y así aprenderéis; así haréis vuestro el material y seguir adelante. No es cosa de acumular una serie fijada de hechos que luego podáis soltar por escrito en un examen para olvidarlos al día siguiente.
Son dos modelos radicalmente distintos de educación. El ideal de la Ilustración era el segundo, y yo creo que el ideal al que deberíamos aspirar. En eso consiste la educación de verdad, desde el jardín de infancia hasta la universidad. Lo cierto es que hay programas de ese tipo para los jardines de infancia, y bastante buenos.
Sobre el amor a la docencia
Queremos, desde luego, gente, profesores y estudiantes, comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, actividades que sean desafíos, que resulten apasionantes. Yo no creo que eso sea tan difícil. Hasta los niños pequeños son creativos, inquisitivos, quieren saber cosas, quieren entenderlas, y a no ser que te saquen eso a la fuerza de la cabeza, el anhelo perdura de por vida. Si tienes oportunidades para desarrollar esos compromisos y preocuparte por esas cosas, son las más satisfactorias de la vida. Y eso vale lo mismo para el investigador en física que para el carpintero; toenes que intentar crear algo valioso, lidiar con problemas difíciles y resolverlos. Yo creo que que eso es lo que hace del trabajo el tipo de actividad que quieres hacer; y la haces aun cuando no estés obligado a hacerla. En una universidad que funcione razonablemente, encontrarás gente que trabaja todo el tiempo porque les gusta lo que hacen; es lo que quieren hacer; se les ha dado la oportunidad, tienen los recursos, se les ha animado a ser libres e independientes y creativos: ¿qué mejor que eso? Y eso también puede hacerse en cualquier nivel.
Vale la pena reflexionar un poco sobre algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se desarrollan en los distintos niveles. Así, por ejemplo, el otro día alguien me contaba de un programa que usa en las facultades, un programa de ciencia en el que se plantea a los estudiantes una interesante cuestión: “¿Cómo puede ser que un mosquito vuela bajo la lluvia?” Difícil cuestión, cuando se piensa un poco en ella. Si algo impactara en un ser humano con la fuerza de una gota de agua que alcanza a un mosquito, lo abatiría inmediatamente. ¿Cómo puede, pues, el mosquito evitar el aplastamiento inmediato? ¿Cómo puede seguir volando? Si quieres seguir dándole vueltas a este asunto –dificilísimo asunto—, tienes que hacer incursiones en las matemáticas, en la física y en la biología y plantearte cuestiones lo suficientemente difíciles como para verlas como un desafío que despierta la necesidad de responderlas.
Eso es lo que debería ser la educación en todos los niveles, desde el jardín de infancia. Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una “conferencia científica”: los nenes hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas. Se le da a cada niño una lupa y, con ayuda del maestro, rompe una semilla y mira dentro y encuentra el embrión que hace crecer a la semilla. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento. Aprenden a gozar con el descubrimiento y la creación, y eso es lo que te permitirá comportarte de manera independiente fuera del aula, fuera del curso.
Lo mismo vale para toda la educación, hasta la universidad. En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles. No consiste en instilar información en la cabeza de alguien que luego la recitará, sino que consiste en capacitar a la gente para que lleguen a ser personas creativas e independientes y puedan encontrar gusto en el descubrimiento y la creación y la creatividad a cualquier nivel o en cualesquiera dominios a los que les lleven sus intereses.
Sobre el uso de la retórica empresarial contra el asalto empresarial a la universidad
Eso es como plantearse la tarea de justificar ante el propietario de esclavos que nadie debería ser esclavo. Estáis aquí en un nivel de la indagación moral en el que resulta harto difícil encontrar respuestas. Somos seres humanos con derechos humanos. Es bueno para el individuo, es bueno para la sociedad y hasta es bueno para la economía en sentido estrecho el que la gente sea creativa e independiente y libre. Todo el mundo sale ganando de que la gente sea capaz de participar, de controlar sus destinos, de trabajar con otros: puede que eso no maximice los beneficios ni la dominación, pero ¿por qué tendríamos que preocuparnos de esos valores?
Un consejo a las organizaciones sindicales de los profesores precarios
Ya sabéis mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas a los que os enfrentáis. Seguid adelante y haced lo que tengáis que hacer. No os dejéis intimidar, no os amedrentéis, y reconoced que el futuro puede estar en nuestras manos si queremos que lo esté.
Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro
Fuente:
http://www.counterpunch.org/2014/02/28/on-academic-labor/27